sábado, 19 de julio de 2014


cult_06Parecía insustituible. En su largo dominio de más de cinco siglos no le había aparecido ningún rival y muchos apostaban que, por ser una creación inigualable, su hegemonía era insuperable. Pero en los albores de este siglo xxi, el libro de papel, ese objeto de culto y fuente de sabiduría para toda la humanidad ha encontrado un inquietante competidor: el libro electrónico. Desde la aparición de esas ligeras tabletas la polémica no cesa en torno al futuro del libro impreso. Para entender las coordenadas de ese debate, sería oportuno analizar, primero, ¿cuáles son las ventajas y desventajas de este revolucionario aparato? ¿Podrá sustituir el llamado e-book al libro tradicional como forma predominante de leer en el futuro?

Similar en su tamaño a una hoja de papel, el libro electrónico es más ligero y con una gran capacidad de almacenamiento, en él se pueden llevar montones de libros. También se puede aumentar a placer el tamaño de la letra para leer con comodidad. Si usted es uno de esos lectores que gusta de la cama para disfrutar de una buena obra encontrará que con la tableta electrónica no se necesita ambas manos para sostener un grueso volumen. Además, el acceso a las obras clásicas en ese formato es totalmente gratuito y los precios de las nuevas obras que salen al mercado es inferior al impreso. Otra de las comodidades impensables hace solo años atrás es que con un IPad de la compañía norteamericana Apple o un Kindle de Amazon conectado a Internet, el usuario puede comprar un libro en cualquier lugar donde se encuentre.

Como en todo fenómeno novedoso, desde la aparición de los e-books las opiniones de la comunidad de lectores se ha polarizado. Muchos, atrincherados en las indudables ventajas y el largo predominio del libro tradicional se niegan a aceptar que el nuevo libro acabe por relegar al de papel y lo convierta a la vuelta de unas décadas en un mero objeto de interés solo para coleccionistas y anticuarios, otros (los más osados), encandilados por las posibilidades de la nueva tecnología auguran que el libro tradicional firmará en un futuro cercano su sentencia de muerte.
Sin embargo, la realidad es más obstinada y dice otra cosa. El e-book también tiene sus detractores y los argumentos que esgrimen los defensores del libro impreso no carecen de validez. Por ejemplo, una de las críticas más comunes está en que el contacto y roce con las páginas que posee el libro tradicional se vuelve insustituible ante la frialdad que tiene una pequeña pantalla electrónica, que deja una sensación de volatilidad e inaprensibilidad. Otro de los argumentos desfavorables que se le señalan al e-book está en que no se puede autografiar ni prestar, tampoco se le pueden hacer anotaciones al margen y comentarios, que –según señalan estudios– ayuda en el proceso de aprendizaje y memorización de lo leído. La escritora cubana residente en Estados Unidos Daína Chaviano comenta que con el e-book “no es posible tener varios libros abiertos a la vez mientras se hacen cotejos de datos para una investigación” y recuerda cómo varios estudios demuestran que la “nueva generación que se apoya demasiado en búsquedas digitales está perdiendo conexiones neuronales muy necesarias para la memoria y la concentración”.1

A todo ello se añade el precio de las tabletas, pues la más barata cuesta unos sesenta dólares, el precio aproximado de tres gruesos libros en papel. Se señala también que los libros en papel no se apagan ni necesitan conectarse como el e-book y que a las tabletas digitales en muchos casos les brilla la pantalla, pero los que defienden al nuevo rival de Gutenberg recuerdan que este, a diferencia del libro tradicional, no se moja, ni se arruga, ni puede ser devorado por los insectos.

Entre los efectos colaterales de la expansión arrolladora del nuevo formato de libro en países como Estados Unidos está la paulatina desaparición de las grandes librerías, lo cual ha alarmado a renombrados intelectuales que no dudan en calificarlo como un efecto pernicioso de la nueva era digital. Las mayores librerías norteamericanas en la actualidad no las copan las editoriales de larga data como Harper Collins o Simon & Schuster, sino la librería virtual Amazon creadora de la tableta Kindle de vertiginoso crecimiento en el mercado. Un defensor a ultranza de las tabletas digitales, el laureado escritor mexicano Jorge Volpi, entiende que la desaparición de librerías es “una enorme pérdida cultural, tanto como la desaparición de los copistas, pero que el libro electrónico ofrece el mejor de los mundos posibles: el acceso inmediato al texto que se busca a través de una tienda online”.2  Volpi confía en que los precios de esos aparatos seguirán bajando y con ello se dará “el mayor impulso a la democratización de la cultura en los tiempos modernos”.

No obstante, considero que las librerías tradicionales se mantendrán por mucho tiempo, y prueba de ello la ofrecen declaraciones de libreros españoles que –obviamente– ofrecen una natural resistencia ante el predominio de la digitalización. Un reportaje del periódico El País sobre la situación actual de las tiendas de libros en esa nación europea destaca la opinión de uno de sus defensores: “Creo que la salud de las ciudades, de los barrios, de los pueblos de un país se debería estimar por el número de librerías que alberga y por la calidad de estas. Parece que no ha habido mucha gente con capacidad de decidir que haya visto esto, que le haya importado el empobrecimiento paulatino que han sufrido los barrios de una ciudad tan importante como Madrid con el despojamiento de sus librerías. Librería y biblioteca, formando un núcleo duro de actividad, deberían estar siempre en el horizonte de los gestores culturales públicos”.

Lo que sí sucederá inevitablemente es que las librerías tendrán que adaptarse al predominio del entorno digital y reinventar su gestión de venta en función de los nuevos tiempos. El mundo de las nuevas tecnologías plantea interrogantes también sobre el futuro de editores y libreros, ya que ante el auge de los textos electrónicos la función del editor comienza a sufrir un cambio radical y se plantea que está en vías de desaparecer, dado que muchos autores aprovechan las ilimitadas posibilidades de Internet y autoeditan y publican su propia obra en la web, evadiendo esa larga cadena que es edición, promoción y venta en las librerías. Además, otro de los efectos negativos de esta nueva era es la piratería, extendida ya en el ámbito de la música y que pudiera convertirse en una verdadera plaga dentro de la industria editorial, provocándole un daño irreversible a la imprescindible labor del editor. El escritor español Fernando Vallejo sentenció: “Cuando cunda en serio el libro electrónico, esta profesión tan honorable [la de editor] que empezó algo después de Guttenberg hace 500 años va a quedar más descontinuada que la de relojero o la de deshollinador”.3

Igualmente, los estudiosos del mercado editorial plantean que únicamente los pequeños libreros independientes pudieran no sucumbir ante la oferta online de las grandes librerías virtuales; solo en la medida en que logren proporcionar mayores ventajas y servicios a sus clientes y asimilar con éxito las nuevas tendencias, los libreros lograrán sobrevivir ante las atractivas tiendas onlines.

Los actuales paladines del libro electrónico como plataforma predominante de lectura en un futuro sostienen que la literatura está hecha de palabras, ya sean habladas o escritas y que podemos cambiar cualquier cosa, menos el orden de las palabras, Ulises de James Joyce sigue siendo Ulises tanto en la tipografía Baskerville o en Times New Roman. Lo verdaderamente esencial es la experiencia de la lectura y no el soporte en que lo hagamos. Tim Parks, articulista del prestigioso magacín literario norteamericano The New York Review of Books recuerda: “La experiencia literaria no radica en un momento de percepción o en un contacto físico con un objeto material sino en el ejercicio mental de seguir una secuencia de palabras del inicio al final”.4 En esa misma línea de análisis se sitúa Jorge Volpi: “¿Por qué cuesta tanto esfuerzo aceptar que lo menos importante de los libros –de esos textos que seguiremos llamando libros– es el envoltorio? ¿Y que lo verdaderamente disfrutable no es presumir una caja de cartón, por más linda que sea, sino adentrarse en sus misterios sin importar si las letras están impresas con tinta o trazadas con píxeles? El predominio del libro-electrónico podría convertirse en la mayor expansión democrática que ha experimentado la cultura desde… la invención de la imprenta”.5

Por su parte, los defensores del libro tradicional que tienen en su haber una larga experiencia y suman a exigentes editores (Jorge Herralde, Beatriz de Moura, etcétera) como a renombrados escritores (Julian Barnes, Jonathan Frazen, Andrew Miller, entre otros) argumentan que la experiencia de leer en papel es única e insustituible, el diseño y la magia de los libros impresos no tiene comparación posible, opinión con la que coincide la cubana Daína Chaviano: “En mi biblioteca hay libros que tienen casi un siglo. ¿Alguien puede creer que, en este mundo donde cada año el mercado lanza nuevos equipos que obligan a desechar los viejos, alguien podrá conservar un e-book lleno de apuntes y marcas por más de cinco años? Lo dudo. Un e-book es un objeto efímero. Un libro es para siempre”.6

Kevin Kelly, editor de la revista Wired, especializada en informática y una de las más prestigiosas a nivel mundial, al referirse a ese debate, expresó: “La experiencia de tener un libro (tradicional) en las manos va a seguir. Es tan perfecta que no creo que sea reemplazada”.7 Tan es así que un fabricante francés de e-books hizo una investigación entre los lectores jóvenes de su país y lo primero que descubrió fue que a la gente le encanta el olor de los libros, basado en esa encuesta ideó una suerte de banda que le adosó al aparato y desprende un olor a papel viejo mientras se lee en pantalla. Con ello el fabricante quería identificar de la manera más cercana posible la nueva experiencia de lectura con la tradicional. Para uno de los más acuciosos historiadores del libro, el estadounidense Robert Darnton, esa anécdota demuestra el apego de las personas al códice, una invención contemporánea al nacimiento de Cristo. Ese invento es –según Darnton– “tan estupendo que ha sobrevivido más de dos mil años sin mayores cambios estructurales. De ahí el placer de leer libros: el sentido de contacto con el pasado y también la conveniencia de las cualidades físicas del códice”.8

Este prestigioso investigador y profesor de la Universidad de Harvard recuerda un dato descubierto hace muy pocos años y muy revelador: “Inmediatamente después de la invención de los tipos móviles por parte de Gutenberg, la población de manuscritos aumentó. Es incorrecto imaginar la invención de Gutenberg como algo que eliminó las formas tradicionales de publicación. Resultó que la publicación de manuscritos continuó por tres siglos después que se inventó la publicación de libros impresos. Creo que esto nos enseña una lección: no debemos imaginar que la revolución digital simplemente va a destruir los viejos medios de comunicación que utilizan la impresión”.9

La sociedad del futuro abocada de una manera irreversible hacia el mundo digital no hará desaparecer el libro en papel. Como ninguno de los grandes inventos de la humanidad en los últimos siglos anuló al que se pensó superar, el libro electrónico tampoco lo hará con el libro impreso. Esta nueva herramienta viene a ser un complemento más en el perenne esfuerzo del hombre por expandir la lectura y el conocimiento. Darnton lo proclama de esta manera: “El libro electrónico no hará desaparecer el libro clásico. Creo que más bien llegaremos a un nuevo equilibrio, una nueva ecología de lo escrito”.10

Ante las grandes limitaciones que en Cuba existen no solo para acceder y poseer un e-book en nuestras manos (aparato cuya existencia incluso muchos desconocen), sino para mantenernos informados de las tendencias y cambios del mundo editorial contemporáneo, es que ofrezco esta panorámica de los cambios que a nivel global están ocurriendo en el mundo editorial. En la actualidad –aunque a precios muy altos para el bolsillo común–, en el mercado subterráneo de la Isla, ya se comercializan esos libros que tanta polémica han provocado entre intelectuales y lectores de buena parte del planeta y que ha venido a revolucionar el acto de la lectura. Sin desconocer los obstáculos inherente a la situación económica actual, solo deseo que nuestro país se inserte de una manera más ágil a esa dinámica para alcanzar un mayor acceso al conocimiento que, sin duda, ofrece el libro electrónico, herramienta cultural del presente y del futuro.

Notas

1 Daína Chaviano: “¿Por qué no me gustan los e-books?”, http://www.blog.dainachaviano.com/2012/03/05/por-que-no-me-gustan-los-e-books/.
2 Jorge Volpi: “Réquiem por el papel”, http://www.elpais.com/diario/2011/10/15/opinion/1318629612_850215.html.
3 Juan Cruz: “¿Qué será de las librerías?”, http://www.elpais.com/diario/2011/04/22/sociedad/1303423201_850215.html.
4 Tim Parks: “Los libros no se queman”, http://www.nybooks.com/blogs/nyblogs.
5 Jorge Volpi: “Réquiem por el papel”, http://www.elpais.com/diario/2011/10/15/opinion/1318629612_850215.html.
6 Daína Chaviano: “¿Por qué no me gustan los e-books?”, http://www.blog.dainachaviano.com/2012/03/05/por-que-no-me-gustan-los-e-books/.
7 Andrés Hax: “El futuro del libro”, http://www.edant.clarin.com/suplementos/cultura/2006/10/21/u-01293953.htm.
8 Boris Muñoz: “El libro: fabulosa máquina”, entrevista al historiador Robert Darnton, http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=1672.
9 Robert Darnton: “Los libros y los e-books se complementan”, http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/libros-ebooks-complementan_0_648535151.html.
10 La Biblioteca Google: “Entrevista con Robert Darnton”, http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/la-biblioteca-google?page=0,0.

lunes, 2 de junio de 2008

Ciencias de la Información

Soy Ingeniero Electrónico e Informático, hace 2 años y medio estoy trabajando como soporte técnico e informático de la Biblioteca de la Universidad Privada de Tacna, cuando comencé a trabajar pensé que no tendría mayor inconveniente en hacer mi trabajo, pues creí que mi trabajo estaba circunscrito a mi profesión, pero me di cuenta que además de saber sobre PC's y Sistemas de Bases de Datos, debía saber sobre Bibliotecas y Bibliotecología.
Empecé a preguntar y a investigar sobre como funcionaban las bibliotecas, los servicios, procesos, etc., y que era la bibliotecología y fue grande mi sorpresa al darme cuenta de que detrás de una biblioteca existe un mundo de procesos y reglas en el manejo de los libros, que una persona como yo, no creí que existía, entonces no solo bastaba con preguntar e investigar, tuve que plantear una nueva estrategia para enfrentar el reto de cumplir con mi trabajo y optimizar los servios que ofrecemos, es por eso que me he matriculé en el Diploma de Formación y Actualización en Ciencias de la Información de la PUCP.

Cuando asistí a I Taller Presencial, me sentí como un intruso, además de no conocer a nadie, casi todos tenían algo que ver con las Ciencias de la Información y conocían su tema, mientras que yo empezaba casi de cero. Llevo poco más de 1 mes en el curso y debo decir que me siento muy contento de haber insistido (2 años) en que mi trabajo me matricule y me permita seguir el diploma, estoy aprendiendo nuevas cosas y se están aclarando muchas dudas y aspectos relacionados a la Bibliotecología que no entendía muy bien, estoy seguro de que lo que aprenda será de mucha utilidad en mi trabajo.